En la Terminal de Emirates |
Al llegar al aeropuerto en un vuelo de Emirates dejaba atrás casi veinte horas en el aire con una escala en el Aeropuerto de Río de Janeiro. Había dejado Buenos Aires la tarde del día anterior 6 de Marzo. Con una diferencia horaria de siete horas llegaba a la medianoche a Dubai. Ésta vez no pude tratar de reconocer los edificios de la ciudad cuando la sobrevolamos para aterrizar porque había elegido el pasillo lo que resultó muy conveniente durante el extenuante vuelo.
El impacto de ver por primera vez la terminal tres fue muy fuerte, a pesar de haber partido de la estación uno el año anterior la experiencia de ver la colosal dimensión de ésta nueva me dejó azorada.
Se me complicó un poco hacer aduana porque no me acordaba de que tenía que retirar el original de la visa en el mostrador. Fueron muy amables al derivarme al que correspondía y aunque pude conservar prioridad en la cola salí cerca de la medianoche. Francisco me esperaba con su franca sonrisa y escuché un "hola vieja" fácilmente reconocible en el momento que no me alcanzaban los ojos buscándolo entre la gente que esperaba otros pasajeros.
Noté cambios en la ciudad iluminada a ésa hora en que la noche se había instalado hacía mucho rato...
Varios accesos terminados, edificios que el año pasado estaban en obra todavía estrenaban su lugar en medio de la moderna ciudad.
En la isla, a lo lejos el Burj Khalifah |
Ni bien nos levantamos, bastante temprano para haber dejado atrás el cansancio del viaje, los chicos recibieron una invitación más que tentadora, íbamos a pasar el día en una isla chiquita que forma parte del proyecto de contrucción del Mundo.
La isla todavía vacía está alejada de las playas públicas y privadas.
El paseo en lancha fue fantástico, en apenas un rato y a pocas horas de haber puesto un pie en Dubai estaba sentada en la arena blanca del Mar Arábigo rodeada de la familia de mi hijo y un grupo grande de amigos de todas las edades. En la orilla a lo lejos de veía el espléndido Burj Khalifah.
Cerca nuestro algunos grupos de familias que habían llegado también en lancha se preparaban a comer suculentos picnics y gozar del mar transparente. El día fue delicioso.
Villa en La Palmera |
Día de sol y playa |
Cada día empezaba lleno de proyectos y esperábamos que volvieran del colegio para salir a recorrer los lugares visitados tantas veces y que resultaran siempre novedosos. Aprendimos el recorrido del tren y nos resultó cada vez más fácil ir de un sitio a otro.
Entre otras cosas entendimos el sistema de conección que el año pasado no habíamos alcanzado a usar, porque habíamos alquilado un auto que nos resolvía todo.
En la estación de tren |
El área VIP es un solo vagón por ahora, cuesta un poco más que los 20 dirhams que sale un pasaje de ida y vuelta general. Se pide como un viaje gold.
El segundo vagón es solo para mujeres y allí viajan las que conservan las costumbres más ortodoxas al respecto, todas emiratis por supuesto.
Dubai se jacta de ser un emirato que integra culturas y razas por lo que nadie obliga a separarse, del mismo modo que es uso de
Después vienen los vagones para el gran público que incluye a turistas y gente que trabaja. La pulcritud es total. El moderno sistema de vías y rieles lo hace muy silencioso y casi no tiene traqueteo. Es de líneas muy puras y materiales resistentes. La puntualidad la rige una computadora que da salida, entrada y la velocidad necesaria a las formaciones. Las computadoras no se equivocan. No subir a tiempo al tren durante los segundos que permanece en el andén significa tener que esperar el siguiente… las puertas se cierran inexorablemente.
Llegamos a la estación más cercana a la casa de Francisco y desde allí tomamos un taxi. A pesar del día nublado la tarde se prestaba para un buen baño en la pileta que está templada a ésta altura del año. Ya vendrán los días en que haya que enfriarla cuando la tierra alcance temperatura siderales en el verano del desierto árabe sobre el que está plantada ésta fantástica ciudad.
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